Lo más difícil de la crisis de Malí todavía no ha empezado

Después de la liberación de las ciudades del «bucle del Níger» (Gao y Timboctú) y la triunfal visita de Hollande puede haber quedado la sensación de que la crisis en Malí se ha solucionado. En realidad, la coalición de grupos islamistas que tomaron el poder en Azawad se ha retirado al norte del país sin combatir. No por casualidad, las fuerzas francesas que combaten sobre el terreno en Malí no han tenido ninguna baja a pesar del pobre desempeño del ejército maliense. Las noticias sobre «combates cuerpo a cuerpo» en Diabaly resultaron ser una fantasía.

Hasta ahora lo que hemos asistido es a la liberación de territorios habitados por los grupos fulani, dogón y songhai, donde el poder de los islamistas radicales y tuaregs se percibía opresivo y ajeno. Al establecerse en las ciudades perdieron todas las ventajas de los grupos nómadas en el desierto, que tal como rememoraba T. E. Lawrence eran «una influencia, una idea, algo intangible, invulnerable, sin vanguardia o retaguardia, flotando como un gas». Concentrados en las ciudades, los aviones y helicópteros franceses pudieron destruir sin problemas con armas inteligentes los edificios ocupados y los vehículos empleados por las fuerzas islamistas.

Las operaciones militares siguen más allá de la curva que el río Níger traza hacia el norte. Este fin de semana la aviación francesa bombardeó posiciones de los islamistas en Kidal y Tessalit. Queda por ver qué clase de operaciones terrestres se lanzarán hacia el interior de las zonas montañosas y desérticas de Malí. Francia ha realizado un amplio despliegue de tropas en Malí pero ya ha expresado su deseo de retirarlas. Hasta el momento la factura de la Operación Serval se eleva a 50 millones de euros y es difícil que Francia pueda mantener el actual esfuerzo indefinidamente. Sin embargo, es evidente que el contingente africano de países de la CEDEAO no cuentan con las capacidades necesarias para realizar el relevo a los franceses. Y esperar que el esfuerzo lo asuma las fuerzas malienses a formar por la futura misión europea EUTM Mali significa regalar un tiempo precioso a los rebeldes islamistas para reorganizarse y reforzarse.

La Operación Serval ha sido la solución provisional a un crisis puntual: La toma del poder por parte de una coalición islamista del norte de Malí aprovechando la última revuelta tuareg (la 5ª en un siglo y la 3ª en 25 años). Una solución duradera para lo que es un problema dentro de otro, la cuestión de tuareg de fondo de la insurgencia islamista, sólo puede pasar por tratar el problema de fondo, la articulación del estado maliense como entidad política plurinacional. Ya el presidente Hollande ha llamado al «diálogo político» entre el gobierno de Malí y los tuaregs. ¿Veremos una solución de la crisis parecida al despertar de Al Anbar en Iraq?

6 respuestas a “Lo más difícil de la crisis de Malí todavía no ha empezado

  1. Hay otra opción. Contratar mercenarios que se encarguen de ir a buscar a los islamistas a sus cubiles.

    1. Los tuareg lo harían gratis si se les prometiera una autonomía al norte del «delta interior» del Niger, algo que Bamako no admitirá jamás.

  2. Durante años el Gobierno de Amadou T. Touré (ATT) consideró a los Tuareg como la verdadera amanaza para Malí y sin embargo pensaba que AQMI era algo asumible y que no molestaba. Gadafi siempre jugó a dos bandas apoyando a ATT y a los Tuareg. De hecho tenía un palacio en Tombuctú (que visité hace años) en el que nunca residió. Su caida desequilibró la blana y dió con Mali en el suelo de bruces. Los bambara y Shongai son muy racistas y no admiten a los tuareg por lo que el problema, si la ayuda de Libia ni (la interesada) de Argelia, poco arreglo tiene

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